
Día y noche, de forma casi infalible, los servicios asociados al ciclo urbano del agua se mantienen como por arte de magia, sin que nos demos cuenta ni sepamos por qué. Miles de kilómetros de conducciones de agua se extienden bajo el suelo de nuestros municipios sin que nadie les preste atención, a pesar de que transportan silenciosa y constantemente un elemento tan vital como el agua. ¿El truco? Una infraestructura tan esencial como oculta, combinada con el trabajo de un equipo comprometido con el recurso, que trabaja 24 horas al día, 365 días al año, para que el servicio nunca falle.
Cada mañana, cuando apenas ha salido el sol y mientras algunos vecinos acaban de ducharse, alguien ya ha revisado los depósitos de agua, asegurándose de que la presión en las redes es la correcta. En los colegios, los niños abren los grifos para lavarse las manos con agua que ha pasado rigurosos controles de calidad en tiempo real en una planta de tratamiento. Otros se apresuran a lavarse los dientes mientras hierven la pasta antes de meterla en sus fiambreras. Mientras tanto, los técnicos supervisan los sistemas de saneamiento encargados de recoger las aguas residuales. Apenas ha amanecido y los quehaceres diarios ya se entrelazan en un ciclo vital del que pocos se percatan, pero que nunca se detiene... A medida que avanza el día y cae la noche, el trabajo no se detiene: las calles duermen, pero un equipo de personas se convierte en cazadores, inspeccionando las tuberías para detectar y reparar cualquier fuga.
"Sólo pensamos en el agua cuando falta, pero el mejor indicador de que estamos haciendo bien nuestro trabajo es que nadie hable de nosotros", dicen los responsables de Aqualia. Parece lógico asociar el concepto de infraestructura a grandes puentes, carreteras o embalses. No lo es tanto pensar en miles y miles de kilómetros de redes de abastecimiento y saneamiento, una infraestructura vital pero oculta, gracias a la cual el agua sale "mágicamente" cuando se abre el grifo. Estas instalaciones también permiten que el agua, una vez utilizada, se devuelva al medio ambiente en perfectas condiciones. Un complejo sistema gestionado por un equipo de profesionales altamente especializados trabaja las 24 horas del día para mantener el servicio en funcionamiento.
Portugal tiene unos 111.031 kilómetros de conducciones de agua, suficientes para dar casi tres vueltas a la Tierra por el ecuador. El agua potable llega a los pueblos y ciudades tras recorrer algunos kilómetros desde manantiales, embalses y presas cercanos. Sin embargo, un gran porcentaje de estas redes lleva funcionando más de 40 años, lo que aumenta la probabilidad de que se produzcan incidentes en las tuberías. Las fugas son un grave problema en el suministro mundial. Una simple fuga de 1 litro/segundo supondría la pérdida de 86.400 litros de agua en un solo día, una cantidad equivalente a más de 500 baños domésticos o al funcionamiento de más de 1.800 lavadoras en un día. Estas fugas forman parte del concepto de Agua No Registrada (ANR), que incluye el agua perdida por fugas, roturas, fallos en la lectura de contadores, fraudes y consumos no autorizados. En Portugal, se registraron cerca de 168,5 millones dem3/año de pérdidas de agua, según datos de ERSAR. Es decir, el 26,9% del agua no fue facturada por las entidades gestoras.
Agua: un elemento esencial que no podemos permitirnos perder
El agua no registrada (ANR) es un enemigo contra el que el sector del agua lucha cada día, y operadores como Aqualia trabajan duro para ello. Las fugas se abordan en equipo: por un lado, a través de un sistema digitalizado, y por otro, sobre el terreno.
El trabajo comienza en las estaciones de telecontrol de Aqualia, donde responsables y técnicos se aseguran de que todo el sistema de un municipio funciona correctamente. Aquí, a través de sus pantallas, monitorizan lo que ocurre en los kilómetros de tuberías que se esconden bajo tierra -en una ciudad de 50.000 habitantes, pueden ser unos 200 km- y que están vigiladas gracias a sectores de control. Estos dispositivos están anclados en las tuberías de la ciudad y proporcionan información continua sobre caudales y presiones. En los puestos de control se comprueba a diario si los datos emitidos están dentro de los límites normales o si hay alguna desviación, lo que indica una alerta sobre una anomalía en las tuberías.
Esta serie de tecnologías cada vez más avanzadas indica dónde se encuentra una fuga de agua, limitándola a dos o tres calles. Una vez definido este perímetro, entra en juego el cazador de fugas, encargado de resolver el misterio del punto exacto. Actúa como el"Sherlock Holmes"de la fontanería, pero en lugar de agudizar la vista, agudiza el oído. La fuga se localiza a través del ruido, ya que la pérdida de agua bajo tierra emite unas vibraciones características.
La enorme red de agua está oculta bajo tierra y los profesionales del sector trabajan, como un cazador de fugas que escucha el subsuelo de la ciudad por la noche, con el rigor y el silencio como señas de identidad.
Es un sistema invisible, sobre todo porque funciona.
Tradicionalmente, estos especialistas trabajaban de noche, cuando hay menos ruido en las calles y cuando el consumo de agua es mínimo, de modo que apenas circula por las tuberías, lo que facilita mucho la localización de fugas. Para realizar su trabajo, los técnicos solían ir equipados con instrumentos que les ayudaban a rastrear las calles, captando el sonido del subsuelo con un amplificador. Poco a poco, se van generalizando los nuevos sistemas de detección a distancia de fugas en la red de agua mediante sensores. Así se reduce el tiempo que transcurre entre la detección de una fuga y su localización automática en las oficinas de la empresa sobre un mapa georreferenciado.
Así que, escuchando el latido subterráneo del agua, recorren calles y sectores hasta localizar el punto exacto. Bingo. La fuga ha sido acorralada. El cazador de fugas ha resuelto el misterio, pero una parte del equipo aún tiene que intervenir: a través de Aqualia Live, la aplicación de gestión digital de la empresa, el operario genera una orden de trabajo para que sus compañeros de red acudan al lugar a repararla: ahora toca abrir, sellar y volver a sellar.
Máxima eficiencia mediante tecnología innovadora y digitalización
La innovación y la tecnología se están abriendo camino no sólo en el trabajo de los buscadores de fugas, sino también en la supervisión de tuberías.
Antes, las medidas eran correctivas y se tomaban cuando el problema ya se había producido.
Hoy en día, gracias a los sensores, las averías pueden predecirse y evitarse, lo que se traduce en un importante ahorro de agua.
El control de las pérdidas de agua es cada vez más eficaz gracias a la tecnología, pero es difícil mejorar mucho más sin una mayor inversión en la renovación de una red cada vez más envejecida.
El volumen de pérdidas reales es el que más contribuye al rendimiento insatisfactorio del agua no facturada, representando alrededor del 73 % del agua no facturada en 2022. Este volumen de pérdidas reales se traduce en gastos innecesarios que las entidades de gestión del agua tienen que soportar con la compra de agua a las entidades de gestión del agua, que a su vez se repercuten en las tarifas cobradas al usuario final, destacando en el lado negativo las entidades que operan en servicios municipales, servicios municipalizados o intermunicipalizados y empresas municipales o intermunicipales.
Aunque la media nacional del indicador de pérdidas reales fue la más baja de los últimos cinco años, para las entidades de gestión de bajo nivel se mantiene en el nivel "medio", y esta ineficacia se traduce en la pérdida de unos 162,2 millones de metros cúbicos de agua al año en la red. Sumando esta cifra a las pérdidas en el sector aguas arriba (21,5 millones de metros cúbicos), el servicio público de abastecimiento de agua pierde unos 184 millones de metros cúbicos al año.
Aqualia, con su Plan Estratégico de Sostenibilidad 2024-2026 como guía, se ha marcado como objetivos reducir los volúmenes de agua no registrada y mejorar la eficiencia de las redes de agua de los municipios a los que presta servicio. Uno de sus compromisos es la digitalización.
La compañía ya ha implantado sus aplicaciones de movilidad (GEO y NOW) y, además, ya se han desplegado big data e Inteligencia Artificial, lo que supone un incremento del 100% respecto a 2022.