Las poblaciones y economías portuguesa y española han alcanzado una dimensión altamente competitiva y su capacidad exportadora se ha hecho aún más relevante y creciente. Ambos países cuentan con abundante sol y fuertes vientos, maduras infraestructuras gasísticas y una gran experiencia industrial. Sin embargo, su integración entre sí y con el resto de Europa aún debe superar múltiples barreras, como la conectividad en todo el territorio, una red eléctrica estable o una infraestructura de comunicaciones más potente.

En este contexto, la creación de un espacio energético ibérico, debidamente conectado con Europa, permitiría no sólo reducir costes y precios finales, mejorando la competitividad de nuestra industria, sino también impulsar las nuevas tecnologías necesarias para la transición energética.

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